Coronavirus: el racismo que la pandemia deja al descubierto

Coronavirus: el racismo que la pandemia deja al descubierto

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Personajes públicos como Santiago Segura y el diputado de Vox, Javier Ortega Smith, contribuyeron a este clima de odio con mensajes racistas en sus cuentas de twitter por el Coronavirus

La crisis sanitaria ocasionada por el Coronavirus Covid-19 ha puesto en evidencia la situación de gran vulnerabilidad en que nos encontramos las distintas comunidades de personas migrantes y racializadas que habitamos el Estado español, víctimas de un entramado racista institucional y social que nos categoriza siempre como ciudadanas de segunda, o que directamente nos deshumaniza.

Los hechos hablan por sí solos. Primero fue el discurso de odio y ataques racistas contra la comunidad asiática por el Coronavirus. Varios miembros de esta comunidad denunciaron la prohibición de entrar a determinados comercios y establecimientos, el acoso que estaban sufriendo en colegios e institutos y diversas agresiones verbales en la vía y transporte públicos. La situación llegó a tal punto que a comienzos de marzo un joven estadounidense de ascendencia china sufrió un ataque racista en Madrid, que le llevó a pasar dos días inconsciente en el Hospital 12 de Octubre, donde tuvo que ser intervenido por un hematoma craneal.

Personajes públicos como el actor y director de cine, Santiago Segura, y el diputado y secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, contribuyeron a este clima de odio con mensajes racistas en sus respectivas cuentas de Twitter. Segura afirmó en un tuit, que calificó de «desahogo», que se cagaba «en el puto chino» que se había comido un pangolín y una sopa de murciélago. Por su parte, Ortega Smith publicó un mensaje en el que afirmaba que sus «anticuerpos españoles» estaban luchando contra «los malditos virus chinos».

Ambos personajes, de forma totalmente irresponsable, hicieron un señalamiento público de la comunidad china ante sus miles de seguidores. Ningún contexto de alarma social, ni ninguna premisa, ni siquiera la de la libertad de expresión, puede justificar la propagación del odio racial, cuyas consecuencias son terribles para las comunidades que lo sufren.

Fuente: Eldiario.es


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